noviembre 29th in 05. Cerca del verde by .

Y la grada se amplió

     Cuando avanzaba el proyecto de ampliación de la grada, escribí unos párrafos que dejo en cursiva. Con la obra terminada para disfrute de la afición, es justo apreciar la conveniencia de haberlo hecho, de subsanar el error inicial de construir un estadio cuando de lo que se trataba era de hacer un campo de fútbol, con todo lo que eso supone.

         Pero no retiro ni una sola de las objeciones. Para empezar, y como estaba calculado, no ha costado lo presupuestado, ¡qué raro! Y poníamos en duda proyectos anteriores… En éste sí que se han sobrado. Por no hablar de la faena a los vecinos de Amara Nuevo: les han borrado el perfil del Adarra con un muro de hormigón. O cuestiones colaterales, como gastar un dineral en una instalación que no es propiedad del Club o hacerlo cuando está tan reciente en nuestra memoria LA QUITA que hizo la Real a todos sus proveedores, que eran amigos, porque no había más remedio cuando la situación era la que fue pero que luego, con presupuestos veinte veces mayores que aquella deuda, no se le ocurriera a «nadie» resarcir lo que era una faena que empeñaba el honor de la entidad deportiva más representativa de nuestra ciudad y provincia, y pagar lo que la Ley permitió pero que poco después pudo pagarse. Hace ya muchos años, después de la debacle económica, la Real cobró 80 millones de euros por tres jugadores.

          Que no me digan que hay quien cobró. Ya lo sabemos. Empezando por los acreedores potentes. Por lo menos, parte de la deuda. Pero otros, pequeños proveedores, se quedaron a dos palmos. Por no hablar de los empleados del Club que salieron con un ERE y la mitad de la indemnización normal sin que nunca más volvieran a la empresa. Y no me refiero a los médicos -por si alguien entra en susceptibilidades- que estábamos fuera después de pedirlo y de llegar a un acuerdo especial. Nos fuimos y no hay nada más que hablar del asunto. 

          Está tan consolidado el Consejo y les ha salido todo tan bien, en parte por su prudencia y gestión -que todo hay que decirlo- y en parte por la potra diamantina que les ha acompañado, que nadie pone objeciones. Estaría muy bien que aquellos técnicos en presupuestos y balances que salían en asambleas desde la época de Astiazarán hasta la llegada de este Consejo, realizaran una prospección de las cuentas y sometieran a discusión pública la gestión económica, que no dudo será correcta pero, digo yo, habrá decisiones con las que no todos estemos de acuerdo. O a lo mejor si, a lo mejor resulta que nos hemos vacunado y llegado a una paz social tan férrea que no tiene una grieta. Sería una gozada, oiga.

Ampliar la grada es una vieja aspiración desde que se construyó el estadio. Al principio debía cumplir una multifunción que incluyera la celebración de competiciones atléticas de cierta importancia. Eso restaba calor a lo que debía ser un campo de fútbol, que pasaba a ser un estadio. Los usuarios del viejo Atocha tuvieron que sufrir ese alejamiento «del verde» y el recinto perdió su capacidad bombonera.

     Con el tiempo se llegó a la conclusión de que el campo de fútbol debía serlo en su más pura esencia y no perderse en actividades que, por cierto, no prosperaron. No se celebran acontecimientos deportivos que no sean ver sudar a un Boss en el escenario rodeado de guitarras eléctricas y amplificadores.

     Por eso la vieja reivindicación: «Convirtamos Anoeta en un verdadero campo, bajemos las gradas».

    Cuando lo intentó el Consejo de la Real subcampeona le pusieron a parir. Todo el mundo se tentó los bolsillos y pensaron que menuda escusa se buscaban para hacer la megaobra. Ya sabemos en este país de qué van los proyectos faraónicos y todo eso.

     Luego resulta que la vieja aspiración va tomando cuerpo y hasta se convierte en argumento, en bandera electoral. Hay que bajar las gradas. Y toda la contestación de los defensores del espíritu inicial, el mundo del atletismo y las fuerzas políticas y sociales, se calla.

     El proyecto que nos presentan sí que las baja, sí. Pero también incluye una «pequeña» ampliación que convertirá Anoeta en algo más.

      Y todos contentos.