El uso de la cintura escapular en el jugador de campo en el fútbol se reduce casi exclusivamente al braceo durante la carrera y a los saques de banda. Las lesiones de hombro debidas al gesto deportivo, a los microtraumatismos de repetición, son prácticamente inexistentes ya que se reducen a mecanismos de lanzamiento con las dos manos en las contadas ocasiones en las que cada jugador ha de sacar de banda.

          Sí pueden, en cambio, producirse traumatismos agudos en el hombro con dos mecanismos habituales.

           1. Indirecto:

          – Por caída sobre la mano o el codo, productor de esguinces o luxaciones de la articulación acromio-clavicular y de luxaciones en la gleno-humeral.

         – Por enganchón de un contrario que tira del brazo o de la mano en cualquiera de las posiciones posibles en que pueda encontrarse el hombro en ese momento, produciendo luxaciones gleno-humerales.

        

            2. Directo: por choque contra un contrario o contra un obstáculo firme como el suelo o los postes de la portería.

            Esporádicamente, con una frecuencia que seguramente es similar a la del resto de la población, se aprecian en el jugador de campo cuadros de compresión subacromial sin relación con la actividad deportiva, por desviaciones en la conformación anatómica del acromion, por adopción de posturas forzadas en abducción-rotación durante el sueño, etc.

           El portero es un caso especial de jugador de fútbol, que usa las manos parando y lanzando el balón, que cae repetidamente al suelo y choca con los contrarios. Además de estar más expuesto, la lesión de hombro tiene una mayor trascendencia. Una inestabilidad, por ejemplo, es mucho menos tolerable que en un jugador de campo, que puede soportar la eventualidad de una luxación recidivante sin menoscabo de su rendimiento deportivo.

           Debido a todos estos mecanismos, las lesiones más frecuentes son:

           1. Fracturas: de clavícula, de troquíter y de cabeza humeral

          2. Lesiones del espacio subacromial. Síndrome de compresión subacromial, tendinopatías del manguito de los rotadores, de la porción larga del bíceps y del subescapular 

          3. Esguinces y luxaciones de la articulación acromio-clavicular,

          4. Lesiones de la articulación gleno-humeral: Inestabilidades, luxación aguda y recidivante, lesiones del complejo cápsulo-ligamentoso, desinserciones del labrum, lesión de SLAP.

            No insistiremos en la descripción de las fracturas, cuyo diagnóstico y tratamiento, recogido en todos los tratados de Traumatología, no han variado fundamentalmente en los últimos años. Tiene más interés para el médico de un equipo de fútbol la discusión sobre los casos de indicación quirúrgica, si debe o no debe operarse una fractura de clavícula o de cabeza humeral.

            En nuestra opinión, obviando los casos excepcionales para consideración del especialista, las fracturas de clavícula deben ser tratadas de forma conservadora. Es poco frecuente que se produzcan pseudoartrosis y las secuelas habituales, como la protrusión en la piel del callo de fractura, son muy tolerables. Por el contrario, las fracturas tratadas quirúrgicamente, producen un índice de complicaciones nada desdeñable. Aceptando que las circunstancias del deporte profesional son diferentes y que la presión ambiental es otro factor a tener en cuenta de cara a la indicación, creemos que la postura del médico debe ser la de informar y aconsejar según su criterio. La decisión final, si se encuentra entre una de las alternativas aceptadas médicamente, deberá corresponder al paciente.

            Algo parecido sucede con las subluxaciones acromio-claviculares. Hasta un grado II con poca deformidad y poca inestabilidad, es aceptable el tratamiento conservador, advirtiendo al paciente que la deformidad será permanente. La solución quirúrgica, con mayores posibilidades de estabilización, va a evitar la deformidad pero no la cicatriz, que en esa zona se convertirá probablemente en un queloide.

 

PATOLOGÍA DEL ESPACIO SUBACROMIAL

           El espacio subacromial es una cavidad cerrada situada inmediatamente por encima de la articulación glenohumeral, de la que está separada por el manguito de los rotadores, siempre que se encuentre intacto. Las roturas de este grupo tendinoso facilitan la comunicación entre ambas cavidades.

           El límite inferior de este espacio, por lo tanto, es el manguito de los rotadores, la cofia o “rotator cuff” de la terminología anglosajona. El límite superior lo constituyen el acromion y articulación acromioclavicular. En el borde anterior del acromion se inserta el ligamento coracoacromial que junto con la cápsula constituye la pared anterior. Posteriormente el espacio se cierra con la cápsula desde la parte posterior de acromion y espina de la escápula hasta la cabeza humeral.

           Hasta hace pocos años la patología dolorosa del hombro era descrita en los tratados de traumatología como “periartritis escápulo-humeral” y en este concepto quedaban englobados diagnósticos que hoy día están perfectamente diferenciados. Ya no se habla de periartritis pero si de términos que concretan la procedencia del dolor y de los que se conoce su causa, signos de exploración, pronóstico y respuesta a los diferentes tratamientos. La misión del médico es identificarlos sobre la base de una buena exploración.

            Los dos trastornos más importantes en este espacio van a ser el dolor, debido a varias causas, y la impotencia funcional, derivada de una rotura parcial o total del manguito de los rotadores.

            Es también una zona en la que se producen muchas lesiones en deportes de lanzamiento, entendiendo por tales aquellos en los que se impulsa la extremidad superior, se lance o no un objeto, como por ejemplo la natación, el balonmano o el lanzamiento de peso. En todos ellos el miembro superior trabaja por encima de la horizontal, lo que supone un acortamiento de la distancia entre la cabeza humeral y el acromion y una mayor posibilidad de cizallamiento del grupo de tendones que componen el manguito de los rotadores, máxime si se les somete a tensión.

          CAUSAS DEL DOLOR SUBACROMIAL

  • El 91% por compresión del acromion sobre el manguito (Esch)
  • El proceso de fibrosis que se desarrolla posteriormente a la agresión.
  • El pinzamiento secundario a una inestabilidad de tipo anterior o a una multidireccional.
  • Algunos autores, como Nirschl, sostienen una teoría del dolor que se basa en la patología tendinosa intrínseca por traumatismos de repetición

 

 

CLASIFICACIÓN (Neer)

           I. Inflamación leve del manguito que responde al tratamiento con reposo, medicación y tratamiento postural. Es más frecuente en pacientes de menos de 25 años.

          II. Existe una tendinitis y una fibrosis en el manguito. Puede también responder al tratamiento conservador. Ocurre en pacientes de 20 a 40 años con más frecuencia.

          III. El manguito sufre transtornos más importantes. La lesión puede afectar al componente óseo del espacio, por una deformidad del acromion o de la articulación acromio-clavicular que protruyen hacia la articulación, o a los tejidos blandos, por inflamación del manguito rotador.